EL VIRUS QUE LA LLEVÓ A LA MUERTE
Desperté a las 6:30 de la mañana como todos los miércoles, a regañadientes, e iba hacia ella, a despertarla, a acariciarla y decirle que era hora de trabajar, que, por favor, se levantara inmediatamente, que tenía el tiempo apretado.
Sin embargo, aquella mañana, ella no daba síntomas de vida. Había sucumbido a un sueño profundo provocado por un virus no identificado.
Mohíno, desencajado y con los recuerdos latentes de su compañía, ella fue llevada a la única morgue de la ciudad de los 33 templos coloniales y más de 100 bares, cantinas, discotecas y prostíbulos que pululan no solo en el llamado centro histórico, sino en todas las zonas aledañas de la gran urbe. La desnudaron, la tocaron y cortaron, y jugaron con sus órganos de un lado a otro: la autopsia.
Horas después, encontraron un virus no identificado, hasta entonces, por los médicos. Por lo que tuvieron que eliminarlo inmediatamente del cadáver. Según los médicos, a través de sus protocolos, por precaución, para que no se propague o infecte a los “médicos, pacientes y personal administrativo del hospital”.
En ese instante, me puse a sacar cuentas. Sí, porque en realidad era lo que más me preocupaba: el dinero. ¿Cómo haría para pagar el gasto que me generaría el funeral repentino? Cerré los ojos y sucumbí a los brazos del tierno sueño, de las horas sin prisa.
Simplemente atiné a no escribir, absolutamente nada, durante varios días.
Siete días después, gracias a las manos de los “médicos” y al trabajo exhaustivo que realizaron, ella, nuevamente, de un momento a otro, cuando la daba por perdida regresó a la vida. Esta vez con nueva personalidad y otra perspectiva. Esta vez espera no infectarse de nada.
Mi computadora ha regresado a casa...
Dato:
- Texto escrito el 11 de noviembre del 2009, a las 7:30 de la mañana.
- Fsb//chichu era la firma que utilizaba en aquellos años.
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