LAS MUJERES SHIPIBO-KONIBO DEL PASADO Y DEL PRESENTE. MIRADAS QUE HABLAN

Escribe Chichu Barboza diciembre 11, 2022

LAS MUJERES SHIPIBO-KONIBO DEL PASADO Y DEL PRESENTE. MIRADAS QUE HABLAN

El 13 de enero de 2022, se premió a los ganadores del concurso Maravillarte. Este evento se tradujo en una exposición cuyo título fue «Perú: una obra de arte». La competencia fue iniciativa de la Asociación de Fomento y Apoyo al Arte Peruano (AFAP) y de auspiciadores como el Proyecto Especial Bicentenario y el Ministerio de Cultura. Su objetivo principal fue aperturar un espacio accesible a los artistas principiantes y a los más experimentados para que presenten una obra en la que plasmen su amor por el Perú. Como el receptor puede reconocer, fue un concurso de carácter inclusivo. Pero, no solo pretendía generar una competencia sana, sino también celebrar, a través de una actividad cultural que pone en escena el patriotismo, los 200 años de independencia de nuestro país.

David Diaz Gonzales, joven que integra el pueblo indígena amazónico Shipibo-Konibo, obtuvo el primer puesto en la categoría de Fotografía. En su imagen, de título «Corte de cerquillo» retrató a sus tías mientras recreaban la que es una de sus tradiciones ancestrales.

Según la Base de Datos de Pueblos Indígenas u Originarios, los Shipibo-Konibo son uno de los 55 colectivos identificados a la fecha en nuestro territorio (2022). Ellos habitan en el departamento de Ucayali y sobre su población, el Ministerio de Cultura estima que existen 24.535 ciudadanos peruanos que se identifican con esta comunidad (2019). En virtud de las cifras, podemos afirmar que los shipibo-konibo son uno de los pueblos más grandes de la amazonia. Tan amplia como su densidad poblacional, son sus tradiciones. Un basto conjunto de prácticas que, considero, son una de las fuentes culturales que ubicarían a nuestro país como potencia mundial, si es que de ese tipo de riqueza se tratase. Prueba de ello son las prácticas de carácter ceremonial que realizan, como «el corte de cerquillo» (mencionado con anterioridad) que, para nuestros compatriotas, no es solo un corte de cabello, sino también un símbolo. Con ese flequillo las mujeres pueden presentarse ante la sociedad (para ser cortejadas) y también expresar su luto por la muerte de un ser querido. Como el caso de la tía de David Diaz, una de las protagonistas de la fotografía, que es retratada realizándose el corte para expresar su luto.

El fotógrafo luego de recibir el premio Maravillarte 2022, realizo la exposición titulada "Shipibo-Konibo: Retratos de mi sangre", que se inauguró recientemente en la casa de arte Xapiri Ground en Cusco y que estuvo abierta al público en el CC. Inca Garcilaso de la Vega de Lima hasta el 13 de noviembre de 2022. Las fotografías que presentó retrataban eventos cotidianos de la comunidad a la que él también pertenece (como el pintado del kené sobre tela) y la figura de personajes que consideró importantes, como el retrato de Richard Soria, integrante del «Comando Matico». Agrupación que durante la etapa más recia del Covid 19, alivio y protegió a su pueblo con una planta medicinal: el Matico, que luego fue muy difundida en ciudades como Puno, Tacna, Lima y Arequipa. Sin embargo, de todas las imágenes que se pueden observar en la exposición, una en singular, capta la atención. Me refiero a la imagen que Diaz titula «Mujeres y bebé con bwetaneti».

Lo expresado hasta este punto no tiene otro objetivo más que contextualizar al lector sobre la trayectoria de David Diaz Gonzales y lo que este proyecta en sus fotografías, condicionando una mirada que comprenda la esencia de lo planteado en este texto.

En la imagen, presentada en blanco y negro, el autor quiere dar la sensación de predominio de unas áreas sobre otras. Por ello se observa un desequilibrio en la distribución de la luz, que no ilumina en su totalidad el escenario ni a los personajes. En este ambiente sombrío y detrás de un telar con representaciones del Kené, se encuentran cuatro mujeres. Tres de ellas están paradas en forma de media luna y la cuarta se encuentra sentada cargando a una bebé de aproximadamente seis meses. Las protagonistas están vestidas con trajes típicos de su comunidad como blusas y faldas con motivos geométricos, además de portar accesorios como aretes, collares y tobilleras.

En la breve descripción que acompaña el objeto artístico, el autor indica que representa la deformación craneana (técnica practicada por los Shipibo-Konibo con fines estrictamente estéticos) que se efectuó hasta fines del siglo XX y que se muestra con las tablillas que lleva la bebe en la frente y nuca. Otro aspecto importante para el autor, es la identidad. En sus palabras, «(…) la fotografía ayuda a reforzar el tema de la identidad» (Chávez 2022). En la actualidad este pueblo solo usa su vestimenta en ocasiones meritorias. Por ello, con la puesta en escena, se genera un espacio en el que pueden vestirse como lo hacían sus antepasados y retomar sus trajes coloridos que tuvieron que dejar para reemplazarlos por unos pantalones y polos «al estilo occidental».

En todas las fuentes consultadas, el autor solo mencionó estas dos significancias. Personalmente, luego de apreciar la foto, mi persona ve necesario expresar aquello que, considero, las protagonistas representan. Valiéndome de la posición que ocupa cada una en la escena, sus gestos faciales y su mirada.

Es probable que, para el lector, la mirada no sea una base sólida, ya que es subjetiva. Pero, se debe considerar la cosmología del pueblo en cuestión. Los shipibo-konibo, al igual que los Arakbut (otro pueblo originario de la amazonia) mantiene una estrecha relación con el medio que lo rodea. «Convencidos del devenir holístico del mundo, creen que humanos, plantas, animales y demás elementos de la naturaleza tienen un espíritu común (…)» (Gutiérrez 2022). Por ello, considero que cada una de las mujeres con su mirada transmiten una concepción de la vida que representa la visión del resto de integrantes del pueblo originario.

Considero que las tres mujeres que se encuentran paradas representan alegóricamente las generaciones que enfrentaron, con aciertos y desaciertos, los problemas históricos que aquejan a las comunidades originarias: la tala ilegal de árboles, el narcotráfico y la minería informal.

En nuestro país, donde lamentablemente impera el centralismo y en el que no se generan mecanismos de acción eficaces, los pueblos de la Amazonía se ven en la necesidad de librar una guerra silenciosa contra el crimen, que cada día parecen perder. Ello se expresa en la imagen, con la preocupación e incertidumbre que irradian las tres mujeres de pie. En este contexto, las esperanzas y expectativas están puestas en las nuevas generaciones de peruanos y peruanas que, valiéndose de la tecnología, información y enseñanzas de sus antepasados, pueden dar lucha en defensa de nuestras comunidades. Simbólicamente, esta responsabilidad recae en la mujer sentada y en la bebé que carga. Ambas se encuentran posicionadas en el centro de la imagen y actúan como protagonistas principales. Estos nuevos actores, la niñez y juventud, son los que nuestro país debe instruir para aspirar a un verdadero desarrollo.

Para finalizar, es conveniente precisar que los Shipibo-Konibo no solo se enfrentan a un enemigo criminal, sino también a la desigualdad, discriminación y racismo. La superioridad por el color de piel esta tan interiorizada en nuestro país que, como indica Diaz, «a veces los niños no se sienten identificados, no quieren ser indígenas». Por ello considero que la educación es clave para compenetrarnos con nuestra cultura.

Este estudio por ningún motivo considera a los grupos amazónicos «exóticos», como en diferentes periodos de la historia se los considero. Mas bien, estima firmemente, que, como todo grupo humano dinámico, debe desarrollarse sin perder su esencia ni renunciar a su modo de vida. Frente a la modernidad siempre está la posibilidad de fusionar elementos actuales con los tradicionales, que no significarían una pérdida, sino una nueva expresión cultural que alimente la basta riqueza de nuestro país.

Escribe: COMANDANTE24

BIBLIOGRAFÍA