¿Tenemos el Congreso que nos merecemos?
Hoy se cumple un año del cierre del Congreso y creo que es importante saber si ganamos como Nación o si realmente perdimos como ciudadanos.
Por coincidencias de nuestra historia republicana, hoy 30 de septiembre del 2020, se alinean dos hechos que deberían ser importantes: hoy es el día límite para que las organizaciones políticas puedan inscribir a sus afiliados, y es también el día en que un primerizo primer ministro, de un solo portazo, cerró hace un año el Congreso de la República. Salvo contadas excepciones, realmente no extrañamos a nadie.
Pero qué hacer si el actual Congreso no hace realmente su mejor esfuerzo por brindarnos muestras claras de no habernos equivocado al enviar a sus casas a los Becceril, Bettetas, Mulders o Galarretas. ¿Será que nos equivocamos otra vez?
¿Pero por qué nos equivocamos permanentemente? Creo que la respuesta es que nuestra madurez política no es directamente proporcional a nuestra madurez biológica, pues si la madurez se refiere a “un determinado estado de desarrollo psicosocial de la persona”, creo que no podemos decir que la fruta se cayó de madura, pues somos algo así como adolescentes que elegimos congresistas a la chacota, con el perdón de los adolescentes responsables.
¡Y sí, la responsabilidad es absolutamente nuestra! Por ejemplo, yo pertenezco a una generación de ciudadanos que nunca se afilió a un partido político, que jamás se interesó en militar, que creyó que gobernar era un tema de viejos políticos y de viejos partidos; y nos dedicamos a estudiar y trabajar, a prepararnos para la vida, nos dedicamos a hacer activismo universitario, a lanzarle tomates y huevos en la Plaza de Armas al dictador y a crear frases como ”el pueblo tiene hambre y Keiko está muy gorda”, y a tratar de evitar infructuosamente, en medio de palos, puntapiés y escupitajos de apristas de mi generación, que Alan García vuelva a ser Presidente. Y así nos hicimos viejos, siendo gobernados cada vez por gente menos competente y de mayor prontuariado.
Hoy, a golpe de fuerza, nos toca madurar y asumir nuestra ciudadanía con responsabilidad, pensando en nosotros, nuestros hijos y la Patria. Espero que esta vez no nos dejemos llevar por la maquinaria mediática que juega su propio partido alineado a los intereses que defienden, ni seamos presa de los “trols” que son sicarios cibernéticos a sueldo.
Creo que es el momento de comprometernos con el país y de imaginar por un momento a nuestro candidato o candidata a congresista, debatiendo en el hemiciclo la aprobación de una ley, la reforma de la justicia o presidiendo una comisión importante del Congreso de la República. Si en ese juego imaginario, nuestro candidato o candidata no tiene la talla de representarnos con dignidad y solvencia en esa “boca del lobo” llamada Parlamento, creo que es nuestro deber moral y cívico descartarlo o descartarla inmediatamente.
Estaremos atentos a la oferta electoral de los partidos políticos.
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