El reto de una comunicación eficiente

Después del lanzamiento de la campaña “El COVID No Mata Solo, no seas cómplice”, establecido por el jefe del gabinete ministerial, Walter Martos, que tuvo como iniciativa sensibilizar al sector de la población que no ha tomado conciencia sobre la gravedad de la pandemia del coronavirus, parece, a primera vista, ser interesante, pero, incompleto. Porque se estaría exonerando de cierta responsabilidad al gobierno del mandatario Martin Vizcarra.

Ante ello el politólogo, Miguel Antezana, menciona que dichos spots carecen de una estrategia comunicacional clara, siendo otra vez una copia de campañas en otros países. Además, queda en cuestión la responsabilidad generada con la anterior campaña de comunicación: “Yo Me Quedo en Casa”, la cual fue ineficiente, así como el mensaje “Primero mi Salud”, que apelaron al individualismo, como respuesta, a una acción colectiva que promueva seguridad y bienestar común.

Si no hubiera más remedio que salir para luchar por un día más de vida, mientras otros desde su privilegio sobrellevan de buena forma esta situación, no habría grupos que vienen siendo afectados de forma directa por las medidas impuestas hasta el momento. Esos errores, al ser incluidas por la marcada desigualdad en sus spots, no tendrían otro impacto, pues para llegar a ello se necesitaría pasar por el reconocimiento de los errores ya cometidos históricamente.

Estamos en medio de uno de los retos más grande a nivel de comunicación, y uno de estos debe reflejar la realidad de la situación, en la cual las tasas de ocupación de las camas de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), siguen siendo altas. Asimismo, el colapso del servicio médico es evidente, padecemos de protocolos de bioseguridad, cuestionables con actividades de reapertura que implican riesgo, por lo que es un escenario que nos pide no descuidarnos.

La campaña estaría constituida por tres fases. La primera está dirigida al grupo de personas que se volvió insensible en su comportamiento y acciones; la segunda, consideraría a la gente que ha tenido comportamiento responsable y; la tercera, que sería el llamado a la unidad de todos los peruanos, lo cual nos lleva a preguntarnos ¿el reconocimiento de los errores?, ¿para cuándo?

El virus se contagia con facilidad y, peor aún, con el regreso de las conglomeraciones, así que es de esperarse que suban los contagios. Ahora, para el gobierno la responsabilidad queda en cada ciudadano. El llamado para el uso del tapabocas y el respeto por el distanciamiento social como únicas estrategias.

Las ideas contextualizadas cuentan, porque ninguna democracia puede sostenerse sobre la pureza, la mezquindad y el cinismo. Tampoco puede prosperar sobre el rencor, el odio, el sentimentalismo y el egoísmo. Es, por ende, que polarizar a la sociedad en la búsqueda de culpables deja de ser una táctica fiable. En cambio, el aterrizaje de las campañas informativas sobre la verdad de la situación, incluyen las características propias regionales como un punto clave.

Por lo expuesto, debemos entender que las estrategias comunicativas del gobierno están lejos de acercarse a la complejidad del problema generado a causa del coronavirus. Por eso mismo, estamos llamados a hacer un mea culpa y empezar a trabajar verdaderamente unidos, iniciando por los políticos y funcionarios públicos, pasando por la primera línea de defensa. Es también necesaria la colaboración de los ciudadanos, porque necesitamos estar todos contra este virus.

El coronavirus no mata solo, lo hace también con la “indolencia, desidia e inoperancia” del gobierno.

Escribe: Hakira Layme. 

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