“EL BAILE DE LOS QUE SOBRAN”
Ciro Gálvez, candidato a la presidencia de la República, sacudió las redes sociales luego de su participación en el debate realizado por el Jurado Nacional de Elecciones. Pero no, precisamente, por sus propuestas e ideología partidaria, sino por sus palabras vertidas en el idioma quechua.
Aquel idioma que a muchos de mi generación nos arrebataron, porque entre los años 80 y 90, sobre todo, hablar quechua en el Perú era un pecado, un atentando, una inmoralidad para los oídos. Hablar el quechua te convertía, automáticamente, en senderista, en amigo de Guzmán y sus camaradas, y podrías ser aniquilado por las “fuerzas del orden”. Años de persecución que se vivió en el Perú.
Sin embargo, para muchos personajes de la política utilizar el quechua, e incluso sus formas de vestir y expresión cultural, se convirtieron en una moda, para saciar a la platea con el discurso de “estamos revalorando el idioma ancestral”. Y la generación llamada “bicentenario”, aplaude al unísono. Como muestra de peruanidad. Y no se trata de eso. Se trata de darle voz a aquella población quechuahablante. Que sufre día a día la desigualad y marginación de 200 años de vida republicana. Que, curiosamente, se celebra este 2021.
Así no es la cosa. Porque los llamados “Perú profundo” siguen siendo escoria de este país. Donde la salud y la educación, aspectos que se precisan en la Constitución, son aún dos aspectos al que no tienen derecho ni por asomo.
Foto de portada: Neils Oscategui.
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