Esta tarde al verte recordé todo

No pensé que esta tarde volvería a verte como una figura y, aún más, en la cevichería que solíamos ir cuando teníamos 14 ó 15 años -tú eres mayor que yo por algunos meses-. Incluso ocupabas la mesa que tanto nos agradaba. A tu derecha estaba tu papá, aquel que alguna vez me invitó a pasar las fiestas de navidad con ustedes. Y a tu izquierda estaba tu mami, desde que nos encontró discutiendo en la sala de tu casa, jamás volvió a tratarme con tanta amabilidad. 

No sé si me viste, estaba con una amiga de la universidad quien gustosa me acompañó a almorzar, pues mis abuelos tuvieron que salir hacia un compromiso. Aunque el contexto en que nos podríamos haber encontrado no hubiera sido de lo más agradable -luego de aquella tarde que conversamos y te quedaste muy enojada en el mueble de tu casa- quise acercarme y poder platicar contigo, no pude.

Tuve mucho miedo. Miedo de ver tu vientre. Aquel vientre donde me acurrucaba cuando íbamos en el taxi a una de esas noches barranquinas que tanto te gustaban o, tal vez, te siguen gustando. Tuve miedo de verte a los ojos y me preguntaras sobre ella, porque no tengo respuesta. Tuve miedo de ver tus labios, aquellos que la última vez que estuvimos tan cerca no pude saborearlos y darles el trato que solía hacerles cuando aún, tu presencia, hacía que mi corazón palpitara a mil por hora y sintiera cosquillas y movimientos en el estomago. Tenía miedo de ver tus ojos de amargura apuntando hacia mí. Tenía miedo que me dijeras Franzelly, y no me llamaras “¿?” con tanto cariño. Tenía miedo de todo, porque a veces no sé quién soy.

Pero no tuve miedo de apreciarte a distancia, ocultándome a través de las espaldas de las personas y de las mesas que nos separaban. Tampoco tuve miedo de recordarte y decir, en estas líneas, que me hubiera gustado que todo hubiera sido distinto. Jamás pensé dejar de lado aquellos sentimientos que te dije una noche en el patio de tu colegio bajo la lluvia y el viento, ¿lo recuerdas? Al final resultaron ser mis cómplices para poder abrazarte y darte un beso por primera vez.

¿Te acuerdas de esto? “nuestros caminos son diferentes” lo dijiste cuando estuvimos en el cine viendo una peli donde Angie Cepeda era la protagonista. No recuerdo el nombre de la película, pero desde aquel día trato de ubicarlo en cada tienda de video pirata que visito; sin embargo, la suerte ha sido desfavorable que hasta el momento no lo encontré.

Ahora que escribo recuerdo cuando conversábamos por teléfono hasta pasado la media noche. Para ti era más difícil, porque el teléfono no lo tenías en tu habitación, sino en la sala. Aunque me contabas que bajabas muy abrigada, hubo noches en que tenias que utilizar una frazada para evitar el frio.

Recuerdo que algunas noches nos quedábamos en silencio, porque habíamos abarcado todos los temas de conversación del día, pero ni uno de los dos quería terminar con la llamada. Es así que nos complacíamos al escuchar nuestra respiración. Aún tengo en la memoria el número de tu teléfono fijo (año 2020, no lo recuerdo).

¿Te acuerdas cuando las moto taxis recién aparecían en Ayacucho y una mañana después de que me acompañaras a que yo tocara paramos uno?... El conductor preguntó “a donde los llevo”… ambos dijimos “donde usted quiera”… el conductor volteó y nos miró desconcertado… Los dos nos vimos y tras unas cuantas palabras le dije “llévenos al paradero Huanta”… Aquel sábado enrumbamos hacia Lagunilla a pasar la noche. Recuerdo que tus viejos te estuvieron llamando, pero no te importó. Tampoco el castigo que te dieron cuando regresamos. Sentí que ya te estaba pasando mis malos hábitos. Aquella noche fue la primera y la única vez que dormimos juntos -vi por única vez tus piernas blancas y levantadas-. A pesar de haber libado un poco, nuestra noche solo transcurrió con caricias, besos y abrazos…muy sublime, por cierto.

Hoy, al verte, recordé todo –buenos y malos momentos- pero hay algo que cada vez retumba más en mis sentimientos. Y es que muchos nacieron para “convivir con alguien, pero otros, como yo, nacimos a lo mucho para convivir consigo mismo”.

Quiero terminar este escrito citando lo que me dijiste el 2008: “Daba todo por volverte a ver, no te diste cuenta, pero ahora nuestros caminos son diferentes, déjame tranquila”.

Tranquila te dejo desde aquel día… 

Fsb//chichu

Inicio: 26/09/11 (23:41) 

Fin: 27/09/11 (00:35)

Comentarios

Entradas populares